domingo, mayo 16, 2010

En honor a mi abuela

(Prólogo)

Imagino como sería estar parada en las colinas cercanas a Marjeyoun. Imagino por un momento que estoy en la piel de mi abuela, esa mujer misteriosa que atravesó medio mundo para yacer a la sombra de las ceibas.
Tan lejos de Ebel es Saqi...
Tan cerca todo lo que amó...
Pasé años intentando hilar una historia de la cual conozco pedazos dispersos en el tiempo y el espacio. Al final, resolví que tendría que imaginarlos, si es que quería terminarlo alguna vez.
Por lo tanto, este libro es el resultado imaginado de la vida de una mujer que dejó todo lo que conocía, para encontrarse a sí misma, sirva por lo tanto, como homenaje a todas esas mujeres que se dan a sí mismas una y otra vez, sin importar lo que los demás piensen.
De pronto, me dí cuenta de que la única manera de entenderla era recordar las impresiones que dejó en las personas que la conocieron.
Pensé en mi padre, y concluí que se convirtió en el hombre que fué gracias a ella. Y como pasé con mi padre los primeros 16 años de mi vida, resultó que también la conocí a ella, de esta manera un poco extraña.
Así que le pido perdón si adorno su vida con florituras literarias, y le atribuyo momentos que no vivió. Porque será mi abuela, pero merece respeto.
También para evitar repetir una y otra vez la historia de porque mi padre me puso el nombre de su madre.
Pero sobre todo porque hoy desperté con la sorpresa de que encontré muchas características suyas en mi misma.
La única manera de abordar la historia es tomando como ejemplos las historias de otras mujeres que han dejado huella en mí, especialmente las de las historias de Isabel Allende y de Gabriel García Márquez.
Espero que pueda cumplir con mi cometido.