miércoles, noviembre 09, 2005

Entre tú y yo, no hay nada personal...



Bueno, espero que nadie se ofenda con la siguiente anécdota, porque involucra a un Maestro: el Sr. Armando Manzanero. Mi hermano y Armandito estudiaron juntos, en la escuela Altamirano, concretamente sobre la Calle 65 x 38 del Centro, justo enfrente de la iglesia de Ntra. Señora de Lourdes. Esta iglesia es famosa por tener una gruta artificial, construida a principios del siglo XX. La iglesia en sí no tiene detalles que la distingan como perteneciente a determinada corriente arquitectónica, pero fué la iglesia de referencia de quienes habitaban el rumbo. La iglesia mas próxima es la Catedral, o la Iglesia de Mejorada, actualmente en los primero cuadros de la ciudad que son comerciales.
Mi madre vivía un poco mas allá de la 65, en la famosa cruz de Gálvez, y enviaba a mi hermano a la escuela mas cercana. Esto fué antes de que mi padre enviara a mi hermano a un colegio privado, por lo que mi hermano todavía era pequeño.
Armandito comió varias veces en casa de mi madre, quien, como he dicho antes, siempre fué una excelente cocinera. A eso de las 4 p.m., Armandito pasaba corriendo a gritarle: "Emilio, vamos a clase de piano!!!!"
La respuesta de mi hermano era la misma: las clases de piano son para niñas.
La mamá de Armandito, Doña Juanita, leía las cartas, y llegó a ser muy famosa, pero ella le confesó a mi madre cierta ocasión que sus pretendidos "dones" no eran verdaderos, pero la clientela no le faltaba.
"La que acertaba siempre fué la Negroe" me contó mi mamá años después. Ella fué quien le dijo que las penurias eran pasajeras, que ella llegaría a vivir bien y que moriría bien atendida. Le informó de un hombre alto y blanco que la haría muy feliz, cosa que mi madre apuntó para , con el paso de los años, comprobar que era cierto.
Cierto día, Armandito pasó al filo del medio día-tarde para preguntar por Emilio.
"No fué contigo a la escuela?" fué la respuesta de mi mamá.
"¡Ay, ya metí la pata, señora! Emilio no fué a la escuela...bueno, me voy!" y Armandito desapareció veloz por las calles torcidas del barrio de Gálvez.
Mi mamá se preparó para la batalla, y apenas divisó momentos después que mi hermano venía mondo y lirondo por la calle, pensó agarrárselo como a las lagartijas: a pedradas.
Al grito de "Ven acá, desgraciado desobediente", comenzó a lanzarle piedras que mi hermano esquivaba como mejor podía. "Yo le apuntaba a las piernas, tampoco creas que fuí mala madre" me dijo, apenada y en voz baja casi 50 años después. Pero le alcanzó una pierna, que se puso como pata de elefante. Y mientras lo curaba, mi madre, reprimiendo el arrepentimiento y las lágrimas, le dijo"Y a la siguiente vez que faltes a clase, peor te va a ir".
Mi hermano pronto se enteró que Armandito rajó.
Con el paso de los años, y los acontecimientos, sus vidas se fueron por caminos muy diferentes.
Años despúes, nos encontramos con él en el Aeropuerto, yo estaba muy chica, pero nos saludó muy calurosamente.
Ya en mi adolescencia, lo veía por las tardes cuando iba por el pan,que estaba a media cuadra de la casa de su madre, lavando su auto como cualquier hijo de vecino.
Al día de hoy, ansío encontrármelo, pedirle su autógrafo y ¿porque no? comentarle acerca de mi madre y mi hermano. Se que su respuesta será sencilla y amable, como es él.
En esta ocasión , si se trata de algo personal.

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