lunes, septiembre 19, 2005

Caminando a través de mi memoria...

Al quedarme sin automóvil, de repente, he visto el mundo con otros ojos. Unos ojos que "miran mas". Nos puede contar mas del camino la tortuga que el conejo. Así que cierto domingo me fuí caminando desde el paradero del autobús de Tapetes hasta mi antigua casa, en la calle 38 x 63, muy cerca de la iglesia de Lourdes.
No lo recomiendo si no tienen el calzado adecuado, si la temperatura es mayor a 35°C, como era el caso, o si tienen una depresión, leve o moderada, da igual. Al tiempo de pasar por el arco de la 50, los recuerdos amenazaron con ahogarme en el mar de mis propias lágrimas. Recordé con la claridad que da el tener mas de 30 , a mi padre caminando fresco como lechuga hasta el centro. Le encantaba caminar. No importaba si eran dos cuadras o diez, se fijaba en todos los detalles que al viajar en un vehículo pasan inadvertidos. Las flores son mas hermosas, aunque sean "malas hierbas", los animalitos aparecen en poses dignas de postales, el cielo es mas azul...por primera vez, me sentía volviendo a casa. A escasos 500 metros de mi meta, tuve que detenerme brevemente. El calor, los años y sin duda unos tenis de no tan buena calidad, me vencieron por un instante. Se me nubló por la vista, pues pasé junto a una tienda que debe tener mas de 30 años en el mismo sitio, que vende pintura para embarcaciones y especializada en otros servicios propios mas de una tlapalería que de una tienda de pinturas. Este lugar me retrocedió 25 años por lo menos, y vi a mi padre preguntando al dependiente si tenía blanquillos, que le diera un kilo. No estaba borracho ni nada, lo que pasa es , que ahora como hace 25 años, la tienda no tiene pinta de lo que es en realidad. Recuerdo la risa de todo el mundo, incluído el dependiente. Y es que cuando mi padre reía , el mundo reía con él.
¿A que viene todo esto? ¿Es que acaso la oxidada imagen de cierto expresidente mexicano me ha despertado la memoria, mirándome en el mismo sitio donde lo pusieron hace 20 años? ¿Es la pintura llena de moho de una casa que ha permanecida intacta , y en cuya acera me caí dos veces (es la cicatriz apenas perceptible en una de mis rodillas)? ¿El tiempo me ha alcanzado finalmente, en la negra reja de la casa donde pasé parte de mi temprana adolescencia? ¿Donde está ahora esa niña que se asomaba tras la vetusta y verde ventana , ahora coronada por una encantadora hiedra silvestre, que tenía fascinación por las texturas y el juego de luces que se filtraba en ciertas horas del día?
Comprendí, de pronto, que esta casa estaba a punto de desaparecer. Me preguntaba que hubiera sido de mí de seguir en ella...está a punto de ser reemplazada por una casa de moderna arquitectura, incluso me sentí decoradora cuando indiqué que colores eran mas favorecedores, que adorno debería ir en el largo pasillo que divide una habitación de otra, e incluso en la importancia de sahumarla antes de entrar...
Debí de alguna manera transmitirselo mentalmente a Dashi, quien soñó una serie de imágenes que se asemejaban bastante a la casa que ví. Y eso que casi no hablo con ella.
El hecho es que me percaté de que lo importante no son los objetos, sino las memorias que nos transmiten. Tengo un viejo pedazo de metal con vidrio verde...es la pieza que coronaba la palanca de velocidades del primer automóvil que tuvo mi padre, un ford mil novecientos veintialgo. El lo conservó toda su vida, y yo lo he conservado desde que el me lo dió.
Supongo que por todo lo anterior, la mano me tembló brevemente cuando intentaba capturar una escena con mi flamante Canon nueva. 35 MM. Zoom 3x. Un trío de señores entrados en los años albos, reía y comentaba sucesos diarios. No telenovélas, ni chismes de poca importancia. Cosas importantes. Cosas que sus nietos habían dicho o hecho. "Asi que de esto se construye la felicidad" me dije, mientras la mano me temblaba y me mordía el labio inferior para no llorar.
La foto está capturada.
Desde entonces, mientras camino, me detengo a veces pensando como se vería esta flor en una foto.
No se porque....pero siento que a mi padre le hubiera encantado esta nueva faceta mía.

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